Carmelo Cantero, profesor de química de la Institución Educativa Rural El Prodigio, considera que integrar las metodologías activas al diseño de las actividades de clase facilita el aprendizaje significativo, pues les permite relacionar el contexto en el que viven con los conceptos trabajados en clase, y esto se refleja en la atención en el aula. En su función docente resalta la labor de orientador y no de transmisor, de tal forma que es el estudiante quien asume su rol para la construcción de su propio conocimiento.
Expresa también que el uso de estas metodologías hace que los muchachos se sientan “atraídos al estudio”, ya que no lo ven como una obligación, sino, en muchos casos, como un juego en el que su participación es activa, receptiva y crítica. Dejan de memorizar para empezar a reflexionar, asegura el docente.
Por otra parte, el profesor Hipólito Lizarda de la misma institución educativa, también está cambiando las prácticas en la enseñanza de las ciencias. Encargado de las áreas de matemática y física en los grados superiores, desarrolla juegos en los que los estudiantes tienen la posibilidad de aprender ciencias de una man aprender ciencias de una manera novedosa era novedosa sin que se pierda rigurosidad en el campo conceptual.
Finalmente, menciona dos elementos que le han llamado bastante la atención durante el proceso: por un lado, darse cuenta de la importancia y necesidad de hacer registro escrito de sus propuestas didácticas para el aula, pues es un aspecto en el que no reparaba con mayor detalle y ahora nota las ventajas de la sistematización de sus creaciones. El segundo aspecto se relaciona con la respuesta de los estudiantes a las metodologías activas en el aula, puesto que son los mismos muchachos quienes le solicitan al profesor más de eso que es tan entretenido pero que a la vez los motiva no a estudiar sino a aprender.